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2020 – Pandemia educativa

Una reflexión que comienza con Comic Sans…

¿Os acordáis?… tal vez los más jóvenes no, pero yo sí me acuerdo bien de la “fiebre” que se ocasionó a inicios del siglo con esta tipografía. Todo iba en Cómic Sans. Repasando documentos de aquél entonces, veo que yo también estaba atrapado en esas letras tan novedosas… Todos nos sentimos muy atrapados por muchas cosas. Fue una época de gran interés. Cada vez teníamos más claro que más pronto que tarde dejaríamos de usar la tiza y usaríamos algo, no sabíamos bien qué, para trabajar sobre soportes digitales. Y así fue… ¿así fue realmente? Hoy tengo mis dudas al respecto.

BIENVENIDOS AL FUTURO: AÑO 2006

Creo que varios coincidimos que este fue el año en el que la escuelo comenzó a cambiar, comenzó a traducirse a digital y comenzó a mostrar muchos aspectos relacionados con Internet, Webs que empezaban a ser 2.0 y permitían cierta interactividad. La verdad que era bastante interesante ser profesor en esos momentos. Era una época de grandísimos contrastes. Por una parte estaban los profes que no querían ni escuchar hablar de una pizarra digital, de Internet, de correo electrónico… Por otro lado, estábamos los que veíamos un gran potencial en la tecnología para ponerla al servicio de la educación. Bastaba mirar cómo esa persona se comunicaba con otras… Convivían los clásicos teléfonos tipo Nokia, con las primeras blackberrys, las PDAs que se quedaron en el camino en un gran intento de algo útil… El usuario de Nokia no podía comprender al que hacía uso de los otros dos sistemas. Sin duda alguna, también estaba el iPhone dando sus primeros coletazos.

Recuerdo que en mi aula tenía un ordenador (me costó luchar por él). Creo recordar que seguía siendo un pentium II (sí, has leído bien, un pobre pentium II con la pantalla más grande que te puedas imaginas, y no hablo de pulgadas) lo cual no me facilitaba mucho la tarea de hacer algo más que poner un power point, y ya con ésto tenía problemas. El proyector funcionaba bien, pero se proyectaba sobre una suerte de tela medio carcomida por los años con unos curiosos degradados de colores testigos del paso del tiempo. Pero era muy feliz comenzando a introducir cositas. Lo de conectarse a Internet era otra historia. Conexiones imposibles que desquiciaban al más paciente, algo que en el aula no podía permitirse. Por aquel entonces contábamos con un Internet Explorer 7 y Firefox 2.0. Puf… qué primitivo era todo hasta que en 2008 apareció Chrome para quedarse. Facilitó mucho las cosas, sí.

En los siguientes años hasta el 2010, vimos un avance muy significativo en la escuelas. Observábamos cómo comenzábamos a hacernos usuarios de pequeñas intranets para compartir recursos con el resto del claustro, podíamos acceder a todos los archivos desde cualquier PC del Colegio, e incluso ¡trabajar en remoto!, la gran revolución. El siguiente paso fue hacer lo mismo, pero para los alumnos: dotarles de un pequeña plataforma, en algunos casos realmente básica, desde la que poder descargarse presentaciones de clase, enviar deberes… 

Finalmente, a inicios de 2020, logramos encontrar la mayor parte de los Colegios del país con muchas herramientas digitales implementadas casi a diario y una gran cantidad de materiales digitalizados… 

Y llegó la pandemia…

… y desde muchos Colegios se escuchaba aquello de “no hemos tenido tiempo para organizarnos”, “fue cambiar de un día a otro”… En efecto, fue realmente inesperado. Pero realmente a mí, esta situación, me generó muchos quebraderos de cabeza. Desde mi experiencia profesional y desde el lugar desde el que comprendo a la educación y a la enseñanza, no puedo entender que en mayo siguiera escuchándose el mismo cantar de forma generalizada. Cierto es que hubo Colegios que funcionaron muy bien, con clases a diario, recursos, horas y horas de clases en streaming, en vivo, miles de canales de interacción… pero en otros muchas veces había que conformarse con un triste pdf el lunes a primera hora con un trabajo tan básico que en una media hora, los estudiantes ya habían terminado su trabajo para la semana entera. Sin duda, no hay derecho a esta situación. Pero no es éste el quid de este artículo, no. Quiero llegar a lo que ha sucedido durante el verano e inicio de curso. 

Los tres grandes errores conceptuales

Por supuesto son errores a mi juicio y desde mi entender, que no tiene por qué ser el correcto, pero así lo considero:

1- “No podemos tener una generación perdida”. 

2- “La educación tiene que ser presencial”.

3- Las clases online suponen mucho trabajo para los docentes y los estudiantes apenas las aprovechan. 

Estas tres premisas las he estado viendo, escuchando, leyendo casi a diario desde el mes de julio tanto a profesores, padres, políticos… Voy a comentar mi punto de vista acerca de estos, desde mi punto de vista, errores. 

1- Sobre la generación perdida… ¿Por qué? ¿En qué momento y cuándo se pretende una generación completa de estudiantes que hayan cursado la totalidad de sus estudios online? ¿Online es sinónimo de fracaso y llevará a nuestros hijos y estudiantes al punto de ser una generación perdida? ¿Cuándo hemos perdido la fe en el desarrollo, el progreso, la innovación…? ¿Acaso no hemos usado nunca Internet para aprender? Yo personalmente, como estudiante que sigo siendo desde que inicie mi aventura Universitaria allá por el pasado siglo, encuentro que aprender online me ofrece muchísimas ventajas (hablo estrictamente de aprendizaje) que la enseñanza presencial jamás podrá ofrecerme. Realmente, ¿lo presencial me ofrece más? No. En absoluto. Ya… claro… tengo ya una edad y no soy un niño, efectivamente. Si fuera un niño no podría haberlo llevado a cabo pero, ¿sabéis por qué? Muy sencillo: porque cuando yo era niño, lo más digital que había en mi Colegio era un tocadiscos espectacular. Nadie había entrado en esa dinámica. De este error conceptual extraigo un lamentable aprendizaje: hemos perdido los últimos 10 años del desarrollo docente de nuestros profesores y de nuestros alumnos. Sí, se suponía que los docentes que egresaran de sus facultados en torno a 2010, habrían sido de los primeros que habrían tenido una educación con pizarras digitales, ordenadores, con alguna plataforma, pero se habrían formado con la tecnología como medio durante un buen tiempo de su vida. Esos docentes tendrían que haber ido creciendo y creciendo de forma activa e incorporando nuevas metodologías de trabajo en el aula. Podrían haber mostrado que una pizarra digital no sólo sirve para proyectar una presentación o ver una página Web. De haber sucedido así, la pandemia no habría producido el revuelo educativo que hizo. Tampoco les hemos enseñado a padres ni estudiantes a vivir en estos entornos como complemento esencial para el aprendizaje. Y es que sí, es un entorno esencial. ¿Alguien recuerda cómo hacíamos la prescripción para la Universidad en los 90? Nunca olvidaré una fila que daba la vuelta dos veces al edificio en la Universidad Complutense de Madrid para poder hacer la preinscripción, tras pasarme una noche, cuanto menos curiosa, tratando de no equivocarme cumplimentando una terrible sábana de datos. ¿Cómo se hace ahora? ¿Cómo se estudia en la Universidad? ¿Cómo se trabaja? Era algo esencial y no lo hicimos, en cualquier caso, la generación perdida es la que va a salir de los Colegios en los próximos años (porque esto tiene pinta de durar) con estos modelos híbridos que ni funcionan ni dejan de funcionar. Unos días en casa, otros en clase, otros en cuarentena, profesores ausentes, tecnología que no funciona (o no sabemos usar), y al final, temarios que no se van a terminar… un desastre antológico… tal vez este sea el hilo que ha seguido la señora Ministra de Educación para decir “que pase de curso todo el mundo aunque todo esté suspenso”… total, no hay plan B, ni C… Qué años nos esperan. Esa sí será la generación perdida. Si les facilitáramos al menos la opción de poder elegir el tipo de formación (online/presencial), otro gallo nos cantaría. Sería la mejor opción: reducción de ratios de forma automática y procesos claros para todo el curso, no la improvisación actual. Si la hubiéramos llevado a cabo online para todos los que pudieran acceder a ésta, además de contenidos, estarían aprendiendo mucho, mucho procedimiento y competencia de aprendizaje (información, tecnológica, digital…). ¿Qué generación estará más perdida? Ah, claro, el contacto social… ¿Las habilidades sociales son más importantes que sobrevivir al virus?  Entendámoslo: que debemos evitar todo contacto social al máximo, que es la única forma de salvar a nuestros mayores, a nuestra economía y, por tanto, a todos los ciudadanos. De verdad, ¿tanto cuesta comprender? No es época de socialización. No. Pero si lo fuera, socialización y educación online no tienen por qué estar reñidos. El niño que se socializa en el Colegio, lo hace durante un rato, pero al margen hay equipos deportivos, extraescolares de toda naturaleza, también hay vecinos y vida de barrio (¿nos hemos olvidado de ella?)

 Os enlazo algunas entradas previas para comprender el rol de estos docentes a los que hacía alusión


LA TECNOLOGÍA Y LOS NATIVOS DIGITALES

REDES DE DISTRIBUCIÓN DE LA INFORMACIÓN

UNA MIRADA AL PRESENTE

2- La educación tiene que ser presencial: Cuando escucho esta frase me entra un escalofrío que me lleva a las discusiones en las salas de profesores acerca de si las TIC, en su momento “Nuevas Tecnologías” eran buenas para el Colegio y la enseñanza. Madre mía. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estamos tirando a la basura el trabajo que hemos podido ir realizando tanto tiempo y nos tiramos esta piedra tan grande sobre nuestro propio tejado? Cuando volvamos a la normalidad de siempre, entonces, ¿cómo vamos a justificar plataformas, tareas online, inversión en tecnología?. Me parece que nos hemos metido un gol en propia puerta nada más empezar la final de la copa del mundo. De los que nunca olvidaremos. No se trata de entender la tecnología como la panacea educativa, ni tampoco de crear un constructo de educación al servicio de la tecnología, no… pero por favor, mirad a vuestro alrededor, mirad la sociedad, todo esta digitalizado, menos la educación. ¿Sería mejor nuestra sociedad si tuviéramos una educación más digital? ¿Nos lo hemos planteado? Es que, igual sí. Seguro que si le metiéramos más componente digital desde los primeros años, no nos quejaríamos de que los alumnos de Secundaria no sepan escribir un mail, ¿no?. 

3- Las clases online suponen mucho trabajo para los docentes y los estudiantes apenas las aprovechan. En efecto. Si pretendemos “traducir” de forma literal nuestras clases presenciales a online, nos moriremos en un mar de trabajo infinito y nuestros alumnos desconectarán. Hago pregunta: ¿Damos la misma clase para el mismo contenido en A y en B?, ¿repetimos la misma clase todos los años? ¿hacemos exactamente lo mismo cada año? Realmente espero que la respuesta haya sido un rotundo “no” en todos los interrogantes. Por tanto, todos nos preparamos nuestras clases día a día según conocemos al grupo y vamos adaptando nuestro hacer a la realidad que nos toca ese curso, ¿verdad? Entonces… ¿qué es lo que tanto cuesta hacer? Recursos…. hay millones de recursos. Formas de interactuar, también las hay, millones. Medios y modos. Y si pretendéis dar clase online alguna vez de forma apropiada, no caigáis en el error de querer tener una clase online como si fuera vuestro aula ordinaria. ¡Qué error!. Vivimos en la era del streaming, de los directos en redes sociales… Por favor, no uséis el formato Live para las clase. Os propongo una sencilla y simple secuencia: 

  1. Envío de contenidos sobre el tema a tratar.
  2. Video en streaming sobre el tema a tratar. Salimos nosotros, contamos el contenido en no más de 15 minutos.
  3. Actividades para trabajar el tema.
  4. Envío de dudas del alumnado en un momento concreto de la semana (por ejemplo: “dudas hasta el martes a las 18 horas”) ofreciendo un punto positivo por participación o algún privilegio.
  5. Opción de tutorías con alumnos o grupos de alumnos en base a dudas. Se cerrarán ese mismo día (martes a las 19 horas) y se llevarán a cabo en pequeños grupos o individuales mediante videoconferencia con interacción.
  6. Nuevamente más contenido en forma de actividades o proyectos. 
  7. Fecha de entrega (os recomiendo abrir y cerrar periodo de entrega de actividades)
  8. Feedback grupal. Podéis hacerlo por escrito o por vídeo. Este punto es esencial. Sin feedback no habrá forma de mejorar. Cuanto más individual mejor. 

Y por favor, la evaluación, es un punto esencial. Uno de los principios básicos sobre evaluación es que ésta tiene que tener consonancia con lo trabajado, con la metodología… de nada serviría trabajar online y hacerlo todo online para después enviarles el clásico examen de aula de toda la vida. Recordemos la diferencia entre evaluar y calificar. Opciones para evaluar online: 

  • Pedid que inventen preguntas y las contesten. 
  • Que analicen situaciones o por qué dos problemas se pueden resolver de la misma forma.
  • Que construyan cosas, las graben y las envíen.
  • Participación en vivo o streaming.
  • Interacción con el grupo. 
  • Actividades a resolver interactivas elaboradas por el profesor con alguno de los miles de recursos existentes. 

Teniendo en cuenta estos aspectos, ni será más trabajoso ni nuestros alumnos lo desaprovecharán, todo lo contrario. En mi experiencia todo lo contrario al 100%. 
No podemos aparecer como los destructores de todo lo que hemos hecho, no podemos jugar entre dos tierras, una analógica y otra digital y pretender que la cosa salga bien, no. Pero es lo que estamos haciendo. Y es lo que nos ha parecido bien.

Sin duda nuestra educación está infecta por un virus que, no sé muy bien por qué, tira por tierra todo lo que se ha trabajado en los últimos 15 años, que no nos deja crecer y cambiar un sistema educativo que no está adaptado a los tiempos actuales y que lleva siendo igual desde el siglo XIX. Este ha sido el gran virus profesional. El gran germen educativo que nos va a pesar mucho. Pero mucho, mucho, mucho, no sólo a nivel docencia y educación, nos pesará también en la oportunidad que se esfuma de potenciar a nuestros alumnos para que vuelvan a hacer una nueva revolución digital que mejore la vida de las personas. 

Ciao, ciao, futuro. Fue bonito vivir en un sueño hasta que nos tocó despertar. 

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